Editorial

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Solidarios siempre

La oración de los pobres se eleva a Dios. Este es el lema escogido por el Papa Francisco para la octava edición de la Jornada Mundial de los Pobres que celebramos este domingo 17 de noviembre. 

Esta Jornada debe sensibilizarnos para erradicar las causas que llevan a tantas personas a vivir en condiciones deplorables, nos llama también a asumir un compromiso profundo y permanente, a nivel del Estado, para promover políticas sociales alejadas del clientelismo; y a nivel personal, para no permanecer indiferentes frente al dolor de quien vive a nuestro lado. 

En este tiempo en que el canto de esperanza parece ceder el puesto al estruendo de las armas, al grito de tantos inocentes heridos, y al silencio de las innumerables víctimas de la guerra, dirijámonos a Dios pidiéndole la paz. Así nos lo pide el Papa.

Que su mensaje nos impulse a trabajar para que la solidaridad sea la huella que vayamos dejando en nuestro peregrinar. 

Ahora que en nuestro país tenemos nuevos damnificados, a causa de las  lluvias caídas en las últimas semanas, estamos llamados a enfrentar esa realidad, llegando hasta los empobrecidos, con acciones concretas para cambiar los rostros de tantos pobres que ven crecer sus angustias, por las consecuencias de este fenómeno atmosférico.

Que no se haga de ellos un objeto para envilecerlos encadenando sus esperanzas de vivir con dignidad. Es hora de más acción y menos protagonismo.

No permitamos que estos nuevos damnificados sigan aumentando el número de aquellos que a través de los años, han pasado por esta misma situación.