Por: José Jordi Veras Rodríguez 

Hace más de 10 años que iniciamos con las reflexiones por vía whatssap, y han sido muchos los tropiezos; sin ganas de seguir haciéndolas; los momentos en que no hemos tenido siquiera fuerzas o el sentido de llevarlas a cabo. 

Sin embargo, cuando recordamos que no es para glorificar nuestra persona sino la de Él; cuando recordamos que estando en situaciones muy difíciles, fueron muchas las personas que sin conocernos nos enviaron sus pensamientos, buenos deseos y oraciones, a través de las reflexiones que ellos hacían o recibían y eso fue lo que nos mantuvo de pies y con deseos de seguir cada día, cuando nos tocó aquella situación del atentado. 

Todo eso nos llevó a hacer la promesa de hacer lo mismo por otros. Y comenzamos a enviarlas a un pequeño grupo de amigos y hoy se han ido haciendo mayor. Dejamos que fuera su voluntad la que primara en cuántas personas podría impactar. 

Exponemos una que realizamos la semana pasada: “Hoy hemos recibido varias palabras de la lectura de las Escrituras y de algo que escuchamos. 

La primera oración fue: “Él desea restaurarte para que a través de ti, puedas restaurar a otros”. 

Él utiliza diversas formas para llegar a todos. A veces por la situación personal o en otras ocasiones por la experiencia y testimonio de vida de muchos. 

La otra palabra: “Cuando esperas en el Señor recibes lo mejor”. 

Somos duros para esperar y queremos respuestas de todo tipo para saber nuestro futuro o para saber cómo estaremos mejor en el mañana.  Pero no queremos lo difícil, es cuando tenemos que esperar en Jesús. Cuando somos capaces de aceptar que debemos dejar el control de muchas de nuestras situaciones a Él. Es rendirte a Él para recibir las grandes bendiciones. No luchar más contra lo que a veces nos cuesta aceptar.  

Qué difícil es decir: Señor, que se haga tu voluntad en mí. Me abandono en ti.

La otra palabra: “Tus caminos son mejores que los míos”. 

Cuando permites ser guiado por su luz y no por nuestra ambición; egoísmos; soberbia; orgullo; indiferencia; ¿Qué nos pasa? Nunca quedamos al desamparo ni posando sobre tierra arcillosa. 

Leyendo hoy, recordé aquella canción que quizás ustedes han oído: “Cuando levanto mis manos”, de Samuel Hernández. Bellísima. Un canto a la fe y alabanza a la entrega.

“Cuando levanto mis manos, todo esto es posible” 

“Cuando levanto mis manos, nuevas fuerzas recibo”. 

“Cuando levanto mis manos comienzo a sentir una unción”. 

“Cuando levanto mis manos comienzo a sentir el fuego”. 

“Todo esto es posible, todo eso es posible, cuando levanto mis manos”.  “Y aunque tenga mil problemas, mis cargas se van, cuando levanto mis manos”.

Ante todo lo que hemos expuesto, recordemos lo que nos dice el Salmo 40, en lo siguiente: “Con paciencia esperé que el Señor me ayudara, y él se fijó en mí y oyó mi clamor”. “Me sacó del foso de desesperación, del lodo y del fango”. “Puso mis pies sobre suelo firme”.  

Nos queda la enseñanza de que si Él lo ha hecho posible en otros lo podrá hacer hoy en ti. Pero ninguna respuesta llegará sino somos capaces de creer en su presencia ante lo que hoy enfrentamos o que está siendo más fuerte que nosotros. 

No dejemos de poner en su voluntad todo aquello en que hemos sido vencidos por la desesperación. Permítete creer en que Él podrá escucharte y hacer de ti la mejor versión que nunca has tenido. 

“Si no aparecen los hombros donde puedas llorar, existirá siempre el piso donde puedas levantar tus manos para orar y un Dios dispuesto a escuchar”.