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Sostenibilidad: Flamenco en aguas calientes

El flamenco del Caribe (Phoenicapterus ruber) es una especie propia de la cuenca del Caribe que ocurre en las lagunas del Parque Nacional Manglares de Estero Balsa.

Hasta la actualidad se sospechaba que anidaba en el entorno, pero nunca se obtuvieron pruebas significativas de anidamiento y reproducción como en la primavera de este año 2024. 

Gran noticia, unida a los esfuerzos realizados desde el proyecto Rescate Rosado para el retorno a la vida silvestre de los flamencos capturados con fines de venta, para decorado de lugares turísticos, y la reducción radical de la captura del ave, resultado de la efectividad de los mecanismos de control y vigilancia del MIMARENA.

Los flamencos se alimentan de algas, crustáceos y moluscos en particular de la Artemia Salina, rica en caroteno, elemento clave en el color rosado del ave. La Artemia vive entre los 5 grados hasta los 37 grados centígrados.

Una de las amenazas que tiene el flamenco para convertirse en una especie que reconozca a Manglares de Estero Balsa como su nicho ecológico, siendo esta un ave especialista en hábitat y alimentación, es la suplencia de Artemia salina como comida.

Para que la existencia de Artemia en Manglares de Estero Balsa sea sostenible en el tiempo, la temperatura de las aguas no debe superar los 37 grados. Si se continúa obstaculizando la llegada de las aguas de las alturas de Chacuey con el relleno de los humedales de Copey, más el aporte que realizará la industrialización de Manzanillo, con el aumento de la actividad portuaria y los aportes esperados de oleicos, elementos químicos y turbidez, más los efectos globales del cambio climático, las temperaturas de las aguas en Estero Balsa subirán y la Artemia Salina no podrá vivir allí.

La profundidad de las lagunas donde el flamenco puede filtrar las aguas en busca de alimento es entre 25 a 50 centímetros. Esta masa de agua lagunar no es corriente y se calienta con facilidad.

Mantener las temperaturas de las lagunas de Estero Balsa por debajo de 37 grados centígrados es uno de los primeros pasos colectivos para hacer sostenible allí la presencia del Flamenco Rosado del Caribe por mucho tiempo.