William Arias
Octubre nos invita a tener presente una dimensión esencial de la Iglesia en el mundo, que es la misión. Siempre recordamos aquello que decía San Pablo VI en la encíclica “Evangelii nuntiandi”, de que la Iglesia está para evangelizar, y esa evangelización la realiza en salir de sí y llevar la Buena Nueva, que es precisamente la misión.
El Papa Francisco nos recuerda que somos una Iglesia en salida, es decir, en misión. Esta es la constante de la Iglesia que hacemos muy presente en este octubre que nos regala el Señor.
En estos tiempos que hablamos y buscamos hacer presente en la Iglesia lo que llamamos Sinodalidad, que no es más que este caminar juntos como hermanos en misión, la realidad misionera de la Iglesia cobra más importancia y apremio, junto a la necesidad que tiene el mundo de hoy del anuncio de la Buena Nueva de Jesús que es su reino.
Para nadie es un secreto el descreimiento que hay en el mundo, los ejemplos de secularismo y abandono de la fe lo vemos por todos los lados, de ahí el hecho de la seriedad de este tema de la misión, y la labor que tenemos todos, en Sinodalidad, de dar la cara ante esta tarea evangelizadora que tenemos por delante.
La Iglesia siempre ha sido lugar para que los pecadores y alejados de la fe se encuentren con el Señor, experimenten arrepentimiento y vuelvan a la casa del Padre, pero a partir del Concilio Vaticano II, esto se ha querido fomentar más, tanto a nivel de la conciencia misionera que debe darse en todos los miembros de la Iglesia como en su quehacer.
Ya la Iglesia no está como simple institución perfecta en el mundo, con unas jerarquizaciones que recuerdan antiguos sistemas de jefes y subordinados, el Vaticano II nos enseña que somos un pueblo, el Pueblo de Dios, no estático sino en movimiento, y ese movimiento se llama: misión, segmentado en ministerios para servir a este fin, de ahí el talante misionero de la Iglesia de hoy, y el pontificado de Francisco ha rescatado este criterio, el cual se había cambiado, por ver la misión como una re-evangelización o nueva evangelización, cuando en realidad lo que se necesita es hacer presente este carácter esencial, como dijimos al principio, que tiene la Iglesia.
Cada comunidad de creyentes, en este mes y siempre debe estar en esta línea o perspectiva en la Iglesia. Entre nosotros y dentro de nuestro Plan Nacional de Pastoral tenemos “La Misión del Padrenuestro”, ya que estamos en el Año de la Oración, en preparación al próximo Año Santo Jubilar, y queremos que nuestra gente se sensibilice en cuanto a la necesidad que tiene el hecho de orar, como una parte sumamente esencial, hasta llegar a lo imprescindible, en la vida y espiritualidad cristiana, a partir de la oración por excelencia que es el Padrenuestro.
Debemos llevar esta necesidad de orar a toda nuestra gente, sea o no de la Iglesia, pues la oración es el camino necesario para encontrarnos con nosotros, el otro y en primer momento con el Señor. Tenemos necesidad de orar, y de esto hay que hacer partícipes a todos, y para ello hay que ir: hay que misionar, hay que salir.
Debemos pues vencer nuestros miedos e inseguridades y llevar la Buena Nueva del Reino, no solo a los que no conocen en sí a Dios, sino también a los que lo conocen someramente o tristemente lo conocieron y se alejaron. El mundo tal vez no está hoy ávido de Dios, pero sí necesitado de su presencia, y para esa tarea, para esa misión estamos nosotros. BUEN OCTUBRE MISIONERO!!!!