Por: José Jordi Veras Rodríguez.

Hace poco nos expresaba un cura, hablando sobre su experiencia religiosa con feligreses que lo visitaban, y nos decía que en ocasiones han ido personas que han sido curadas de alguna dolencia o enfermedad, atribuyéndole dotes al párroco. Sin embargo, les expresa que quien lo ha sanado ha sido el poder divino a través de su fe.

Y nos recordó, al momento de redactar el presente artículo y eso que indicamos arriba, el pasaje que se menciona en las Escrituras en Mateo 9, 20-22, cuando expresa: “En esto, una mujer que hacía doce años padecía de hemorragias se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto. 21 Pensaba: «Si al menos logro tocar su manto, quedaré sana». 22 Jesús se dio vuelta, la vio y dijo: —¡Ánimo, hija! Tu fe te ha sanado. Y la mujer quedó sana en aquel momento”… 

A veces, solamente vemos el milagro o lo deseado por nosotros, como una acción de algo imposible por lo cual hemos sido escuchados.  Ahora bien, olvidamos, que aquello no tendrá sentido si no somos capaces de creer y creerle. Olvidamos también que aquello que mueve montañas, es lo que somos capaces de imprimir a la fe de aquello que no vemos pero aun así estamos convencidos que será posible que la mano de Dios esté presente.

A veces debemos preguntarnos: ¿La fe que construimos es para esperar recibir o para dar gracias de que tenemos en nuestros corazones a Jesús y la fuerza del Espíritu Santo? Para qué somos más rápidos, para recibir, para ofrecer o para dar las gracias por lo recibido, aunque no sea lo que hemos esperado, pero si tenemos esa paz que solamente podemos conseguir sabiéndonos llenos de su gran amor.

Hacemos toda esta reflexión, por aquello que mencionamos del sacerdote amigo y porque hace poco, sostuvimos en televisión un encuentro con el joven artista y talentoso, Manny Cruz, y nos llegó mucho el nivel de relación que ha logrado asumir con él Dios a través de su fe. Porque ha sido capaz con las experiencias vividas, de reconocerlo. 

Cuántos son capaces de aun viendo milagros o recibirlos o vivir la vida como tal, han permanecido fieles a su presencia.  Es porque a pesar de haberse hecho presente, no han sabido mantener el reconocimiento de quien, sin importar que los milagros lleguen, saberse bendecido, porque han visto en otras oportunidades.  

Cuando eres capaz de reconocerlo, son muchas las cosas que cambian en ti, comenzando por la actitud. Y hasta encontrándote en tormentas, eres capaz de sentir paz en tu corazón. ¿Y tú, lo has reconocido? O ¿lo has dejado de lado con tus acciones? Tienes la última palabra.