¿Qué tiene usted en su “mesita de noche”?

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Mientras escuchaba “Mesita de noche” de nuestro inolvidable Víctor Víctor, donde guardaba su amor en ese espacio vital de la habitación, me dispuse a escribir una breve reflexión, más inclinada a la literatura y a la filosofía que a un cupido que en ese momento estaba de vacaciones. Así dice: “La mesita de noche es un espejo; tu piel, papiro; tu interior, pluma. El abecedario que palpas o retratas no enseña, define”.

La famosa “mesita de noche” habla mucho de lo que somos. Si está algo desordenada podría justificarse, que eso tiene arreglo; pero si usted se aprecia de lector o de amar la cultura y no aparece allí ni siquiera un libro como decoración,  ya sabemos lo que significa.

En estos días, en mis cotidianas tertulias, conversábamos sobre los libros protagonistas de nuestras “mesitas de noche”. Fue un ejercicio interesante, aunque por razones inimaginables algunos temieron participar. En mi turno, indiqué que tengo dos libros en ese mueble: “El arte de la prudencia” de Baltasar Gracián y “Charlas de café” de don Santiago Ramón y Cajal, ambos españoles. 

Me referí al segundo, que es resumido por su autor como “una colección de fantasías, divagaciones, comentarios y juicios, ora serios, ora jocosos”. Me permití leerles algunos de sus meditaciones que tengo siempre almacenadas en mi celular. 

“Apártate progresivamente -sin rupturas violentas- del amigo para quien representas un medio en vez de un fin”. “No contestes jamás invectivas e insultos, y aparta inexorablemente de tu trato a los malintencionados y envidiosos”. “Poco vales si tu muerte no es deseada por muchas personas”. “Conocemos infinitas clases de necios; la más deplorable es la de los parlanchines empeñados en demostrar que tienen talento”.

“El talento superior sólo se tolera y aun se encomia cuando se emplea en provecho de los demás”. “De igual modo que hay una honradez de la voluntad, hay una honradez del entendimiento: estudiar a fondo las cosas y cambiar desinteresadamente de opinión”. “Cuando recibo un obsequio inesperado o inmerecido, me pregunto espantado: ¿cuál será la arbitrariedad, el abuso o la injusticia que se me exigirá algún día?”. 

“No hay gente más egoísta que las que alardean de hipersensibles. Por ahorrarse la pena de presenciar el dolor ajeno son capaces de abandonar a la persona más querida”. “Cuando veáis un escritor que se mete con todo el mundo, es que aspira a que todo el mundo se meta con él. No habiendo conseguido ser admirado, anhela ser temido”. “Los débiles sucumben, no por ser débiles, sino por ignorar que lo son. Lo mismo les sucede a las naciones”.

Y usted, sea sincero, ¿qué tiene en su “mesita de noche”?