12. Ángeles, guardianes del hogar

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Al diablo siempre le sirve todo lo que debilita y destruye a la familia. Las familias enfermas, frías y destrozadas son una señal del declive de una nación. La nación es fuerte, cuando cuenta con familias sanas y felices, donde se cultivan y transmiten a las generaciones jóvenes la fe en Dios y los principios sólidos.

Antes, las guerras destruían las familias, hoy en muchas ocasiones son la tecnología, la prosperidad, adicciones e ideologías. Su primer paso es burla y la eliminación de lo religioso en espacios gubernamentales y sociales, como obstáculo hacia la libertad. Cada vez se ve más claro, que, en las sociedades altamente desarrolladas, la gente pone todas sus esperanzas en la loca búsqueda del éxito social y la prosperidad económica.    

La crisis cultural y social actual hace, que la familia siente dolorosamente su debilidad y fragilidad. La verdad, que la familia es la comunidad humana básica y natural, la cual debemos defender, hoy en día esta despejada de muchas maneras. Aun así, por ser algo natural, la familia muestra la valentía en encontrar y afrontar la insuficiencia y el fracaso de las instituciones. En ninguna institución encontramos el amor.  Solo en la familia conseguimos la capacidad de amar y enseñar a amar. Así, por muy herida que sea la familia, siempre podrá recuperarse y desarrollarse desde el amor, cuya fuente es mismo Dios.

Así, quien quiera dar amor debe recibirlo él mismo como regalo y convertirse en fuente de la que manan ríos de agua viva (cf. Jn 7, 37-38).  Primera fuente original es Jesucristo, de cuyo Corazón traspasado mana el amor de Dios mismo (cf. Jn 19,34)» (DCE, 7).

De esta misma fuente sacan su poder de servir a Dios y cuidarnos los Ángeles, formando parte de nuestra familia. Es necesario conocer nuestro interior y saber que los Ángeles de la Guarda forman parte de ello. El Papa Francisco dice: El compromiso total que requiere el matrimonio cristiano es un fuerte antídoto contra las tentaciones de una existencia individualista y egocéntrica. También nosotros debemos tener el compromiso total con Dios, nutriéndonos de Su ley de amor. 

Como Iglesia, como familia de fe, debemos apoyar con nuestras oraciones la institución de la familia. Oremos por la familia Quisqueyana y por la vecina de Haití y seamos testigos de misericordia en obras, palabras y oración.

Santos ángeles, la familia es el verdadero santuario de la vida de los pueblos y de las naciones. Pedimos que el don de Dios y su amor sea debidamente acogido y protegido de los múltiples ataques a los que está expuesto. Protege a todas las familias de los demonios modernos, como la vida relajada y sin Dios, las uniones no sacramentales y las leyes de los gobiernos liberales que perjudican directamente el bien de la familia. Ilumina la mente y el corazón de los jóvenes para que puedan descubrir la felicidad de sus familias en el camino de la fidelidad a Dios y a sus mandamientos. Amén.