Dr. Rafael Collado Cruz (presidente del Secretariado Nacional del MCC)
– La oración es un medio para la comunicación entre nosotros y Dios, que nos ayuda a mantenernos en conexión íntima con nuestro creador, y que también nos lleva a vivir en armonía con nuestros hermanos. Orar nos da fortaleza en los momentos difíciles de nuestra vida. Nos dice Jesús “Estén atentos y oren para no caer en tentación” (Mateo 26, 41). Cuando oramos por alguien recordamos el mandamiento del amor “amar a Dios y al prójimo como a uno mismo”. Y si cumplimos con este mandato estaremos en camino para estar reconciliados con nuestro Padre Dios y con nuestros hermanos.
– Es la reconciliación un medio para el encuentro con el otro y con las energías de la identificación “la misericordia y la verdad se encuentran, la justicia y la paz se abrazan” (Salmo 85, 11). Estamos llamados a vivir la reconciliación como un medio de encuentro con uno mismo, con los demás y con Dios; donde la verdad, la misericordia, la justicia y la paz sean la base de este encuentro.
– La oración debe ser un anhelo de nuestro espíritu que nos lleve a la reconciliación sincera, a una reconciliación llena de lealtad, donde impere la humildad y se deje de lado el orgullo, el egoísmo, la prepotencia, la soberbia. Cuando rezamos el Padre Nuestro decimos que se haga su voluntad, por tanto, debemos conformar nuestra vida acorde a la voluntad de Dios.
– El modelo último de reconciliación es Jesús, el que mejor manifiesta el actuar reconciliador de Dios mismo. Por medio de su encuentro con los demás, él nos invita, desde lo más profundo, a que seamos hombres y mujeres que nos aceptemos a sí mismos, para que con la fuerza de su gracia podamos llegar a ser personas reconciliadas y capaces de acercarnos para reconciliarse con los demás. Jesús nos llama a tener presente una triple exigencia: amar a Dios, amar a los demás, particularmente a aquellos que están más alejados, y amarnos a nosotros mismos. Desde esta mirada, reconciliar requiere un compromiso de ver el rostro de Dios en el otro, sentir el mundo desde su perspectiva y ubicarnos, no en control, sino junto a su experiencia y su realidad, sus problemas y sus dolores.
– La oración nos ayuda a ser reconciliados y reconciliadores, aun en medio de las dificultades y adversidades que se nos puedan presentar “Si mientras llevas tu ofrenda al altar te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja la ofrenda delante del altar, y ve primero a reconciliarte con tu hermano y después vuelve a llevar tu ofrenda (Mt. 5, 23-24).
– Jesús nos regala su mensaje de reconciliación, sobre todo de amor y perdón “Amen a vuestros enemigos, hagan el bien a los que los odien, bendigan a los que los maldigan, rueguen por los que los difaman” (Lc 6, 27-28).
– Pidamos al Señor que nos ayude a restaurar nuestras vidas, dejando atrás los agravios y heridas para poder vivir en su amor y misericordia.