Con el Miércoles de Ceniza quedó iniciada la Cuaresma, tiempo que nos llama a la conversión personal y comunitaria. A romper las cadenas que nos atan, impidiéndonos caminar libres, para llegar a la sociedad nueva y fraterna que anhelamos.
Nos haría bien preguntarnos cuáles son las cadenas que nos atan. Puede ser la indiferencia frente al dolor de quienes sufren a causa de la marginalidad social. El afán de riquezas, no importando los medios para lograrlas. El consumo cada vez mayor de estupefacientes que destruyen la vida de tantos jóvenes que hoy son víctimas de este vicio, llevándolos a la muerte prematura, y dejando en su familia un dolor para siempre.
En este Mes de la Patria recordemos el fragmento de nuestro Himno Nacional: “Ningún pueblo ser libre merece, si es esclavo, indolente y servil…”
Deseamos que esta Cuaresma 2024 nos marque el inicio de una vida nueva, desatando todos los eslabones de esa cadena que nos impide avanzar.
Escuchemos al Papa Francisco, que en su mensaje para esta Cuaresma, titulado: A través del desierto Dios nos guía a la libertad, nos pide ‘que esta Cuaresma sea un tiempo de decisiones comunitarias, de pequeñas y grandes decisiones a contracorriente, capaces de cambiar la cotidianeidad de las personas y la vida de un barrio: los hábitos de compra, el cuidado de la Creación, la inclusión de los invisibles o los despreciados.
Además, invita a todas las comunidades cristianas a hacer esto: a ofrecer a sus fieles momentos para reflexionar sobre los estilos de vida; a darse tiempo para verificar su presencia en el barrio y su contribución para mejorarlo.
Si vivimos esta Cuaresma a plenitud, y con un corazón sincero, el presente y futuro serán luminosos.
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