La multitud hizo un recorrido de amor por la familia. Así quedó demostrado el pasado 26 de noviembre cuando miles de hombres, mujeres, jóvenes, niños y envejecientes atendieron el llamado de dar Un Paso por mi Familia.
En todas las Diócesis del país se vivió, con alma regocijada, este encuentro que demuestra una vez más que nuestro pueblo ama la familia, y que está consciente que sin ella no hay presente, ni futuro en armonía.
Es que de nuestras familias, cimentadas en valores, salen los ciudadanos honrados, solidarios, respetuosos, y que aman la vida.
Si la sociedad actual presenta tantos signos de muerte es porque hay muchas familias destruidas, y las consecuencias las estamos sufriendo: Hombres violentos, políticos corruptos y profesionales en diversas áreas que han puesto el afán de lucro por encima del servicio a los demás.
Adelante, sabemos que es mucho más la luz, que la oscuridad, sigamos dando pasos firmes por nuestras familias. Que en cada hogar se respire el diálogo y la comprensión. Que nuestros hijos vean en cada padre y madre modelos que los inspiren a ser cada día mejores personas.
Que desde el Estado se promuevan políticas sociales para hacer más ligera la carga de tantas familias, que atraviesan por momentos muy difíciles a causa del desempleo y la falta de oportunidades, para que sus hijos técnicos y profesionales encuentren un trabajo digno.
Un Paso por mi Familia va dejando huellas que debemos seguir, hasta llegar a la meta de tener hogares en donde la felicidad no sea una ilusión, sino una realidad.