La realidad del creyente es que él no cree porque le ha parecido creer, sino que por pura gracia ha sido llamado, elegido a creer en el Dios que se le ha revelado en la persona de Jesucristo, entonces los creyentes somos unos elegidos, pero la cosa no queda ahí, sino que a la vez que hemos sido elegidos, somos enviados. No se nos ha dado la fe para solo gozarnos en ella y verla así sin más, sino que se nos ha dado una misión, se nos envía a algo, y es que eso que hemos recibido debemos compartirlo gozosamente con los demás, a través de una serie de tareas y servicio, las cuales comienzan por ese anuncio de lo que hemos visto y oído.
En este octubre que nos da el Señor la Iglesia quiere que seamos conscientes de la tarea misionera que tenemos. En esencia, el creyente es misionero. Hay un llamado y un envío, hay una gracia y hay una misión, y es precisamente ser testigo de la presencia del reino de Dios en medio de nosotros, por esos vamos primeramente a ser conscientes de esta realidad y vamos a salir, Iglesia en salida como dice el Papa Francisco, en otras palabras: Iglesia misionera.
También en este mes vamos a tener el Sínodo de los Obispos en Roma con el tema de la Sinodalidad (caminar juntos), ha sido un trabajo arduo que ha hecho la Iglesia en el mundo entero, como preparación para este acontecimiento, el Papa ha querido que toda la Iglesia, y hasta los que no son miembros de Iglesia sean escuchados, pues para caminar juntos, ser sinodal, primeramente tenemos y debemos de escucharnos, y luego actuar todos a una en consecuencia.
Hay muchos en medio de nosotros mismos, hermanos nuestros, que se han prestado a ideologizar todo este bello proceso hasta llegar a satanizarlo, y es una pena, confunden el camino pastoral que debe seguir la Iglesia, con desviaciones doctrinales que no van, ni se darán. Tienen miedo al cambio a lo nuevo, pero de darse alguna novedad no es cambiar por moda o acomodar el evangelio, es simplemente anunciar y buscar nuevos caminos para los que no están caminando con nosotros como debería ser y como quiere nuestro Dios y Señor Padre de todos; tenemos mucha esperanza en lo que el Espíritu allí pueda suscitar, pues el Sínodo no es un asunto de Francisco, es asunto del Espíritu que guía la Iglesia.
Es costumbre nuestra dedicar también este mes al Rosario, esa oración sencilla y repetitiva, pero cargada de una profundidad espiritual y bíblica, de la cual diariamente nuestra gente se nutre. Muchos han criticado la repetitividad de las palabras que componen el Rosario, pero resulta curioso que hoy día la música popular de nuestra gente joven es propiamente repetitiva, solo se dice una cosa, una y otra vez, y ya, pues entonces vamos a enseñar a nuestra juventud a rezar el Rosario, a muchos les encanta usarlo ya sea como adorno o un collar más, pues vamos a decirle qué significa esta bella oración en qué consiste, la fuerza espiritual que tiene y el mensaje salvífico que conlleva.
Oremos pues en este octubre por las misiones: misionemos, vayamos a llevar el mensaje a los que lo necesitan y a los que sienten que se les apaga la llama de la fe; una buena misión sería dar a conocer el Rosario a esa gente joven de hoy alejada de la Iglesia, y en sus rezos pidamos por la buena realización del Sínodo de la Sinodalidad en nuestra Iglesia.