Recientemente hemos tenido al menos tres grandes logros deportivos a nivel internacional: la medalla de oro en los 400 metros planos en el “Mundial de Atletismo Budapets 2023”, conquistado por nuestra Marileidy Paulino; la excelente participación de nuestro equipo en la “Copa del Mundo de Baloncesto FIBA 2023” en Filipinas; y la extraordinaria actuación de nuestras Reinas del Caribe al llevarse la corona del “Campeonato NORCECA de Voleibol Femenino 2023”, en Quebec, Cánada.
Somos un país amante del deporte, traspasando desde hace años el béisbol, que sigue siendo el rey. Por ejemplo, el fútbol se ha expandido de tal manera que en muchos colegios y escuelas hay canchas de fútbol y no de “pelota”.
La buena práctica del deporte engrandece a una nación. En el deporte no hay fronteras raciales y se presentan atletas de países ricos y pobres, con gobiernos de izquierda y de derecha, judíos y musulmanes, ateos y cristianos. No existen muros que dividen. Solo los talentos hacen la diferencia entre equipos compuestos por personas iguales ante Dios. Y aquel que discrimine es sancionado. Así debería ser la vida.
Me encanta observar la pasión de los atletas en el terreno, donde el nombre de sus países también está en juego. Se entregan con ganas, no importa que puedan quedar lesionados, siguen corriendo, defendiendo, atacando, motivando a sus compañeros.
Cada uno sueña con subir al podio. Esto nos demuestra que la ambición sana, esa que va unida a los nobles propósitos, nos motiva a avanzar, a vencer obstáculos y a apreciar lo que somos capaces de conquistar. Nuestro techo tiene la altura que le construyamos. Seamos optimistas, que ese sentimiento es mágico y transforma para bien lo que tocamos.
En el deporte se trabaja en equipo, incluso en los deportes individuales. Un atleta no puede hacer lo que quiera. Se debe a los demás. Es condición de las personas superiores reconocer que todo proyecto se obtiene uniendo voluntades, cada cual asumiendo su responsabilidad
y punto, siempre en armonía con el conjunto, ya que una desviación de apenas uno puede ser fatal para el conglomerado.
En los pueblos ocurre igual. Las sociedades avanzan si tienen nociones claras sobre su futuro y si sus miembros se mantienen abrazados en las ideas y en la acción, con propósitos definidos, con un alto sentido de compenetración y comprensión para alcanzar sus metas.
Ganar o perder no debe marcarnos para siempre, pero sí hacer lo correcto, desempeñar con dignidad nuestra misión en el mundo y que nuestra conducta sea de tal modo que pueda ser ejemplo de moral universal.
¡Honor a Marileidy y a nuestros baloncestistas y voleibolistas, con sus hechos construimos una mejor patria!