Por: José Jordi Veras Rodríguez.
En un país donde la mayor parte de lo que se llama pueblo, vive con carencias y limitaciones, y muchos no pueden lograr los sueños más esenciales de encaminar un desarrollo individual, porque aún tenemos muchas trabas para quienes desean dar el brinco y que no son los que tienen algún tipo de privilegio o “relación” que le permita atravesar los obstáculos, se necesita mucha motivación y esfuerzo para alcanzar la meta.
Eso tuvo que hacer nuestra Marileidy Paulino, quien es hoy nuestra mejor embajadora, Marileidy Paulino, campeona recientemente de los 400 metros planos en Budapest, capital de Hungría llevándose el oro, quien repite la hazaña que había ya realizado, nuestro Félix Sánchez, en Grecia, hace casi veinte años y que recordamos con gran júbilo.
Ella viene de una familia monoparental, donde la madre tuvo que hacer camino al andar con seis hijos. Marileidy es la quinta, y sin más ayuda que aquella que podía proporcionarse ella misma y la solidaridad familiar y de amigos. Desde pequeña Marileidy aprendió y conoció el abrazar la fe en Dios para poder hacerle frente a todos los imposibles que se le colocan a quien viene de tan abajo. Ella es del Municipio de Don Gregorio, en Nizao.
La dicha para todos nosotros como país, es que fuera perseverante y amante de los deportes y que si bien con el balonmano no fue posible alcanzar sus metas, por buen consejo decidió dirigir sus destinos hacia el atletismo, una disciplina aún más exigente.
Pero ante su situación económica y de poco apoyo estatal, tenía que practicar descalza. Para llegar al lugar donde debía entrenar, a veces su madre no tenía el dinero para pagarle el pasaje para cubrir el transporte, y llegar su centro de estudio, y a sus prácticas
Cuando la vemos correr, podemos ver el ansia y la fuerza con la que lo hace. Llena de profesionalismo y una disciplina que supera toda adversidad. Ella corre con la velocidad que le proporciona su gran corazón, y dentro del mismo, lleva el alma de muchos que la observan como una referencia de que en la vida casi siempre es posible superar las barreras que otros nos colocan.
Así como ella, hay muchas y muchos, que no tienen quién les brinde la facilidad y una oportunidad para llegar a tener la voz que hoy si tiene Marileidy y que puede ser vista por su país y ser apoyada en todo sentido. Pero primero, ella tuvo que romper barreras, que no deberían estar para quienes tienen la posibilidad de llegar lejos en el deporte, otras áreas.
A ustedes jóvenes, que a veces por simplezas buscan una excusa para dejar atrás sus metas, o abandonar sus sueños, miren este ejemplo de vergüenza deportiva. Una luz que ha tenido que luchar para evitar que la oscuridad apague su propósito, y a quien toda la gloria obtenida, no le ha hecho olvidar, qué el poder divino, siempre estuvo, y ha estado junto a ella.