Lidia María García de Rodríguez simbolizó a esa mujer dominicana que dedicó su vida para lograr que sus hijas e hijos sean formados con los valores de fe, honradez y dedicación para ayudar a los más necesitados. Doña Lidia partió a las manos del Señor el pasado 7 de agosto, pero vivirá por siempre en los corazones de sus familiares, amistades y las personas que la conocieron en su pueblo natal de Licey Al Medio, en la ciudad de New York.
Formó su larga familia con Ydanis Salvador Rodríguez y aunque vivieron grandes limitaciones materiales en su humilde casa, recibieron la solidaridad de personas e instituciones que les dieron la mano. En ellos siempre reinaba la fe, el amor y la superación.
Cuando doña Lidia tomó su maleta en el 1974 para reencontrarse con algunos de sus familiares que ya se habían establecidos en el Alto Manhattan, no solo lleva con ella la determinación de apoyar a su esposo a seguir echando hacia adelante su familia, sino que inmediatamente también se integra con sus hermanos en Cristo para a adorar a Dios y la virgen María , Madre del Salvador.
Fue esa fe, y el compromiso de siempre vivir en familia y en comunidad lo que caracterizó a Lidia Rodríguez toda su vida. Lo asumió como su forma de vida.
Hoy los hijos y las hijas de doña Ligia y don Ydanis, entienden que aún con la partida física de sus padres, los valores que ellos sembraron en el hogar continuarán siendo el norte de sus vidas. Es el mejor regalo que harán a sus progenitores que ya están en la Casa del Padre Eterno.
El padre Darío Taveras, MSC, muy cercano de la familia presidió la misa en la despedida de esta gran mujer. Durante el novenario celebraron, Mons. Valentin Reynoso, Plinio y los padres Juanito Rodríguez y Aridio Luzón. Durante los nueve días el hogar de doña Lidia se convirtió en un espacio de oración, canto y gratitud al Creador. Siempre contaron con la compañía de los vecinos.
Debemos destacar que esta familia no sólo trabaja por la superación personal, sino que es solidaria con obras en bien de un mundo mejor, como es el caso de su apoyo a la Fundación Monumento Viviente, una iniciativa guiada por el padre Darío Taveras, MSC, que lleva 40 años sirviendo a los más necesitados.
De doña Lidia podemos decir que pasó por la vida haciendo el bien.