Llamamos a los ángeles buenos: “Ángeles de Luz”. Su opuesto son, como sabemos, los ángeles malos o ángeles de las tinieblas. En la Sagrada Escritura, los conceptos de luz y oscuridad, así como los conceptos de creación, providencia, juicio, redención y santificación, se encuentran entre los principales temas bíblicos. Tienen un significado tanto físico como metafórico. Especialmente este último, en lo que respecta a Dios y a las esferas espirituales, es extremadamente rico.
La luz de Dios disipa toda oscuridad, y más que eso, él mismo es la luz. De ahí la reciente devoción de vía lucís, que se extiende en muchos factores. Entre tantos es a través de los ángeles de la luz en la vida de la Iglesia y en especial en la vida de los santos. Tomando en cuenta, que la tercera semana de Pascua se clausura semana de la misericordia, quiero presentar a santa Faustyna Kowalska (1905-1938), una gran mística polaca. Ella registró varios encuentros con ellos en su Diario. Cuando estuvo en Vilnius, después del sermón que predicó sobre la misericordia de Dios, el beato Padre Michał Sopoćko, regresaba al convento, fue bloqueada por una multitud de demonios que la amenazaron con un tormento terrible, gritando: “Nos quitaste todo lo que hemos trabajado durante tantos años”.
“Cuando les pregunté: ¿Por qué hay tantos de ustedes? Estas figuras maliciosas me respondieron: Del corazón de los hombres, no nos atormentes. Al ver su terrible odio hacia mí, inmediatamente le pedí ayuda al Ángel de la Guarda, y en un instante apareció la figura brillante y radiante del Ángel de la Guarda y me dijo: No temas, novia de mi Señor, estos espíritus no te harán daño sin su permiso. Inmediatamente los malos espíritus desaparecieron, y el fiel Ángel de la Guarda me acompañó visiblemente a mi casa. Su mirada era modesta y tranquila, y un rayo de fuego brotaba de su frente” (Nn. 418-419).
En otra parte del Diario leemos: “…cuando estaba en adoración […] entonces vi un fantasma que era de gran belleza […] Después de un rato pregunté: ¿Quién eres? Y él me contestó: Soy uno de los siete espíritus que están de pie ante el trono de Dios día y noche y le adoran sin cesar. Este espíritu era muy hermoso, y su belleza proviene de la estrecha unión con Dios” (n. 472).
“En otra ocasión, mientras viajaba en un tren, tenía una visión del mismo ángel. Así es como ella describe la experiencia: Entonces vi a uno de los siete espíritus a mi lado, radiante como antes, en una forma luminosa; Siempre lo vi conmigo cuando estaba en el tren. Vi un Ángel de pie en cada una de las iglesias por las que pasé, pero en una luz más pálida que el espíritu del que me había acompañado en mi viaje. Y cada uno de los espíritus que guardaban los templos se inclinó ante el espíritu que estaba conmigo” (n. 630).
Cuando, debido a la enfermedad de Santa Faustina se encontró en el hospital de Prądnik en Cracovia, durante varios días recibió la Sagrada Comunión de manos del ángel. Ella anotó en su Diario: “Entonces vi a Serafín junto a mi cama, que me dio la Sagrada Comunión, pronunciando las palabras: He aquí el Señor de los ángeles. Esto se repitió durante 13 días. Serafín estaba rodeado de gran brillo, divinización, se reflejaba el amor de Dios. Vestía una túnica dorada con una sobrepelliz y una estola transparente sobre ella. El cáliz era de cristal, cubierto con un velo transparente. Cuando me entregó al Señor, inmediatamente desapareció” (n. 1676).
Ángeles de luz, Dios los ha enriquecido con su sabiduría y gloria, para que le sirvan sabia y felizmente. Sean nuestros guías en el camino de la santidad y dennos la protección contra los ataques de los malos espíritus y de los hijos de las tinieblas. Amén.
Padre Jan Jimmy Drabczak CSMA