La Oración Consumista

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En el mundo de hoy estamos ante el triunfo total del capitalismo, ya sea en su ramificación salvaje o moderada (si es que la hay). Se cumplió al parecer aquella tesis de finales de los años 80 del famoso sociólogo de apellido oriental Fukuyama. El decía que la historia había llegado a su final, y que estábamos en el estadio del último hombre, y que por lo tanto ya todo estaba dicho en cuanto que en lo político estaba comprobado el triunfo de la democracia representativa, y en lo económico el triunfo del capitalismo como único sistema imperante comprobado por la historia. 

Por tal razón no había nada más que buscar sino vivir de cara a estas realidades. De esta última tesis, surge entonces la vida consumista que hoy vivimos, el hombre se ha tornado en un animal que lo único que pretende es llenarse de bienes de diversas índole, en una especie de sed insaciable que nunca termina. 

El mismo sistema se encarga de crear las necesidades, para que haya una gran avidez y búsqueda de satisfacción, llevando a que el ´´homo sapiens´´, se vuelva ´´homo economicus´´, pues toda su vida se desarrolla en un solo trabajar para satisfacer necesidades propias y creadas, llevándole a un estilo consumista para llenar dichas necesidades. 

Entonces la meta de hoy es llenarse, y de lo que sea hasta de Dios, cuando lo religioso debe andar por otros lados. 

El jesuita Carlos Vallés (fallecido no hace mucho), escribía en su famoso libro: ´´Dejar a Dios ser Dios´´,  que una vez habló con una señora sobre la oración y ésta le decía como que el tipo de oración que realizaba no le llenaba, a lo que el autor decía, que él entendía que la oración no era un llenarse, sino un vaciarse para dar paso a Dios en nuestra vida. Lamentablemente eso es lo que escuchamos hoy por doquier, gente hablando que tal manera de orar o rezar (es lo mismo rezar u orar), no le llena. Buscan en sus prácticas oracionales un llenarse, que no sería más que buscar un cúmulo de emociones que le puedan ayudar a sentirse bien consigo misma y con la divinidad. La expresión en muchos grupos de oración, pidiendo que el Señor venga y les llene, como si se tratara de una ingesta de comida o bebida, no es más que la justa expresión de una sociedad que ha llevado hasta los linderos menos imaginables, los criterios y bases de la sociedad de consumo en la cual nos encontramos. 

Carlos Vallés decía que el asunto al orar no es llenarse sino vaciarse, sacar de nosotros todo aquello que nos impide entablar una verdadero diálogo y una relación auténtica con nuestro Dios y Señor. No es un negocio donde yo doy, y a mi se me da, no estoy comprando un espacio a Dios o para con Dios. Es algo que brota de la necesidad de trascendernos a nosotros mismo y entrar en un ambiente de amistad y compartir con el Padre de todos, por lo tanto debo sacar todo aquello que lo impide, que es una especie de  estorbo al paso de la entrada de Dios en nosotros. No para llenarnos, sino para echar fuera, a un más, todo impedimento de una sana relación de Dios con nosotros y nosotros con él. El asunto es vaciarnos, no llenarnos, pues el paso de Dios en mi vida aligera la carga, hace más llevadera la cruz, salgo yo para que entre él. No me lleno, me vacío, sobre todo del lastre consumista que lamentablemente como miembro de este mundo vamos llevando.