interpela y compromete para una vida más íntegra y eficiente

-Dinorah García Romero

Para los cristianos católicos, la Resurrección es un acontecimiento magno. El pasado lunes, 10 de abril de 2023, inicia con la marca de la fiesta de la Resurrección. Es una marca indeleble, que le recuerda a las personas que la vida tiene sentido en la medida en que contribuimos a la resurrección de todos, especialmente de aquellos que más lo necesitan. El que cree y vive la resurrección se compromete con la expansión de sus valores; de los gestos y prácticas que humanizan e incluyen. Desde esta perspectiva, se convierte en un imperativo, el desarrollo de esfuerzos para que todos tengan vida integral y abundante en esta sociedad. Pero, para avanzar en esta dirección, se ha de empezar por lo que pensamos, decimos y creemos de los demás.

La Resurrección requiere que definamos las concepciones y posiciones respecto de las personas. Invita a confiar en las personas, a reconocer sus talentos y a posibilitar la mejora de aquello que se descubre más frágil y deshumanizante. El servicio y la ayuda a los otros posibilita el desarrollo integral del que ayuda y del que recibe la ayuda. En todos los oficios y profesiones tenemos posibilidad de ayudar, de colaborar en la reconstrucción de estados de tristeza, desilusión y vacío existencial. El trabajo en esta dirección ofrece a los educadores una oportunidad para aportar, de forma significativa, a la sociedad y a la educación de la República Dominicana.

Una tarea importante vinculada a la Resurrección es recomponer la vida de la sociedad y de la educación: En la sociedad, dándole fuerza a una convivencia más humana y fraterna desde la cotidianidad, lo que implica buscar alternativas y diseñar estrategias que refuercen las relaciones y los ambientes dinamizados por la esperanza y por la alegría de vivir. Los problemas personales y sociales provocan depresión; generan violencias; alejan el deseo de estar vivo. Cabe preguntarse ¿Que hacemos para detener el paso de la desvalorización de la vida? ¿Qué aportamos para que las personas que nos rodean no vivan desesperanzadas?

¿Por qué valoramos tan poco lo que ocurre en la vida cotidiana de las personas y de la sociedad? No podemos quedarnos con interrogantes sin respuestas. Conviene identificar las actitudes y las decisiones que hay detrás de una postura indiferente ante el deterioro progresivo de la vida de las personas y de la sociedad.

Los lectores de este artículo podrán argumentar que no todas las personas participan del deterioro que invoco. Este argumento es razonable. Pero, cuando se cuantifican los feminicidios, los homicidios, los asesinatos, las riñas, los suicidios incluyendo jóvenes, los atracos, los robos con violencia, las violaciones e incestos y más, no se puede afirmar que la vida personal y social está en su mejor momento. No. Requiere nuestra energía espiritual; nuestra mirada intencionada para una contribución más efectiva para disminuir los padecimientos de las personas que nos rodean. De igual modo, hemos de actuar en el campo de la educación en la República Dominicana.

Las personas están cansadas de una educación que suscita desencanto y dudas por su poca efectividad. Hemos de trabajar para impregnar de vida los espacios educativos y sus entornos. Los valores de la Resurrección pueden ofrecer una contribución valiosa a la reconversión de la escuela, para que pase de ser, en estos momentos, una caldera en acción, a un espacio humanizante y fiel a su misión. Es una tarea ardua, compleja; pero es posible La educación tiene virtualidad suficiente para aportarle a la sociedad, otra escuela, en la que la vida, los saberes y la esperanza constituyen un tejido indisoluble que hace avanzar y redescubrir nuevos horizontes personales y sociales.

La Resurrección interpela y compromete para una vida más íntegra y eficiente. Es una eficiencia signada por un servicio incondicional y oportuno. Abrirse a las interpelaciones de la Resurrección requiere una postura decidida en favor de las personas y de los sistemas que tienen déficits del sentido humano y promueven una utilización interesada y excluyente de las ciencias. Compromete a utilizar las ciencias para que todos sean y vivan con integridad.

La Resurrección compromete a mirar y acoger al otro como lo hace El Resucitado.