-Paola Checo de Molina
¡Agárrense! ¡No tengo frenos! Fueron las últimas palabras que escuché antes de despertar a un antes y un después que marcarían nuestras vidas para siempre. Una vida que nunca imaginamos vivir y que nunca deseamos tener pero que llegó sin frenos, sin pausa. Y ahora, nos toca reconstruir nuestras vidas alrededor del dolor, porque solo haciendo las pases con él, podremos avanzar.
Y aquí estamos… a un año de la última vez que tuvimos la dicha de compartir con nuestra hija Valeria sin saber lo que estaba destinado a suceder esa tarde del 26 de marzo.
Ha sido el año de nuestras primeras veces de cumpleaños, día de las madres, de los padres, navidad, sin nuestra hija. En cada una de esas ocasiones te topas con la realidad de que ella físicamente se ha ido para siempre. Recuerdo el 31 de diciembre de 2022 en casa de mis padres mientras esperábamos el Año Nuevo. Inmediatamente mi reloj marcó el 2023 pensé: de verdad el mundo nunca se detuvo cuando ella murió! Dejé atrás el último año en el que Valeria estuvo con nosotros. Sentí que la perdía otra vez.
Luego de eso poco a poco estaría entrando en la etapa más difícil de mi proceso de duelo, una tristeza profunda que me llevó a tocar fondo. Días en que no me quería parar de la cama, cancelé todas mis citas y actividades. Hacía lo estrictamente necesario por Mauricio y mi esposo, Christian. Solo quería llorar por la crueldad de lo que nos había tocado vivir. Llegó luego el 7 de marzo con un mensaje de esperanza para mí, recibí un mensaje a las 7:42pm para decirme que necesitaban hablar conmigo, no importaba la hora, que había algo bonito para mí. Llamé y me avisaron que había sido elegida para el retiro de Emaús que se celebraría luego de Semana Santa. Sonreí con picardía pensando: Diosito, tu definitivamente me necesitas aquí viva y sana. Buscas la forma de que me compense, de recordarme que soy tu hija y que no me vas a soltar nunca. Algo cambió en mí ese día. No fue instantáneo pero me dio un poco de luz y esperanza para continuar.
En este primer año sin Valeria, agradezco los espacios donde se me ha permitido hablar de mi hija, con nuestras familias, amigos, psicólogos, guías espirituales y desconocidos. Personas que también han mantenido viva la vida de Valeria de mil formas, una de las más comunes, a través del arcoiris. En cada familia que ora en la noche con sus hijos luego de lo que pasó, ahí está Valeria.
Decía un escritor que perdió también a su hijo: mi hijo muere por segunda vez cuando nadie menciona su nombre. Valeria Paola, tu memoria trascenderá por siempre y tu familia te honrará, no por tu muerte, sino por la vida tan plena que viviste. Te prometo romper el hielo cuando nadie quiera hablar del elefante en la sala. Y es que necesitamos entender que NADIE escapa del duelo. Eventualmente a TODOS nos tocará la puerta. Y las herramientas que hoy tengo para lidiar con esto ojalá le puedan servir a esas familias que lamentablemente han tenido o tendrán que pasar por algo similar. El 26 de marzo de 2022 le tocó a mi familia. Hoy, mañana, pasado te puede tocar a ti y todos tenemos un alto.. muy alto, porcentaje de probabilidad de morir. ¿Cómo estás viviendo tu vida si hoy te tocara a ti? ¿Qué harías diferente? ¿Cómo está tu fe y tu relación con Dios? ¿Cómo está tu relación con los demás, tus hijos, tu pareja, tu familia?
Lo que pasó el 26 de marzo no se pudo evitar ni se puede remediar. Valeria ya no está con nosotros y ese dolor, ese vacío siempre nos va a acompañar. Pero diariamente decido estar en pie por mi hijo, por mi esposo, en agradecimiento a Dios por mi vida y por permitirme estar presente para poder seguir dándole amor a mi familia, ver crecer a Mauricio sano, saludable y educarlo en la fe. Pues al final, como leí en el libro Opción B de Sheryl Sandberg, si la Opción A no está disponible, debemos sacarle el máximo partido a la Opción B.
Mauricio, Christian, prometo sacar el mejor partido a nuestro Plan B. Juntos estamos construyendo un futuro diferente al planeado, encontrando significado a algo que parece no tenerlo pero con la firme voluntad y decididos a crecer de esta experiencia, no a disminuir nuestro dolor, a crecer y continuar alrededor de él.
¡Hasta pronto princesa! agarrados de la mano, sin frenos, nos volveremos a reencontrar!