Nunca olvidaremos aquel rostro adusto y serio del Arzobispo de Buenos Aires, Jorge María Bergolio cuando aquel 13 de marzo del 2013  se asomó a aquella ventana para que se le viera como el nuevo Papa de nombre Francisco. Solo recuerdo que dijo que los Cardenales habían elegido un Papa traído del fin del mundo y que rezaran por él. Pero lo interesante fue que aquel rostro adusto, a medida que fue hablando se fue iluminando y sonriendo como preaviso de lo que venía para la Iglesia.

Los gestos que en esos primeros días realizó hacia fuera, y aquellas palabras de ´´pastor con olor a oveja´´ e ´´Iglesia en salida´´, calaron inmediatamente en la gente tanto fuera como dentro de la Iglesia, unido a declaraciones de continuar sin más los procesos de pederastia y apertura a los que él llama ´´periferias existenciales´´. Con aquellas palabra respecto a los homosexuales, y llamar a los jóvenes a que hagan ´´líos´´ en la Iglesia, crear un consejo de cardenales para reformar la curia vaticana,  provocaron una tendencia a nivel de medios, haciendo que su figura impactara rápidamente. Pero claro está, esa apertura se comenzó a poner en entre dicho, sobre todo a partir de declaraciones a lo interno de la Iglesia sobre los divorciados vueltos a casar y otros temas de teología moral, que hizo que algunos sectores comenzaron a criticarlo.

La revolución Francisco comenzó en la Iglesia de esta forma y de otras que recordamos, pero en su Exhortación Apostólica: ´´Evangelii Gaudium´´ y otras y mensaje, dejó  entrever por donde quería la cosa: hay que ´´primaverear´´ la Iglesia, hay que darle un giro nuevo en su quehacer, quitar aquella frase maldita que tanto daños nos ha hecho: ´´las cosas se ha hecho siempre así´´, pues hay nuevos temas, son nuevos tiempos, un nuevo hombre con problemas distintos a los de siempre, hay que dar como dice la primera carta del apóstol Pedro 3,15: ´´Dar razón de nuestra esperanza a quienes lo pidan´´, crear nuevos ministerios, replantearse todos los actuales, volver a la agenda pendiente que abrió el Vaticano II, seguir el diálogo con el mundo, ser una Iglesia acogedora inclusiva no excluyente, no volver hacia atrás en los mismo de siempre, no tener miedo y ser un recinto de lo que ella esta llamada a ser y hacer: ser misericordiosa como el padre.

Claro toda esta agenda soñada, querida y vista necesaria por muchos iba a tener sus detractores, y hasta la personalidad y lugar de donde viene Francisco, además que como todos, él no es papeleta de dos mil peso que le caiga bien a todos, esto hizo que una rancia ultraderecha que se denomina católica, con medios y recursos muy poderosos quisiera obstaculizar su pontificado, pero a él esto no le preocupa, continúa su proyecto eclesial a la luz del Espíritu, él cual ahora le pide que adentre a la Iglesia a un camino llamado sinodalidad: caminar juntos, para hacer posible el reino, que es lo que a él y a todos nos importa más que discusiones bizantinas que no llevan a ninguna parte y retrasan ese accionar del reino, dando gracias a Dios por estos 10 años.

Recuerdo que en esos primeros días del Papado de Francisco encontré a un amigo sacerdote ya mayor, y le pregunté sobre qué le parecía todo esto de Francisco, y me decía que en él había hasta ahora encontrado todas esas preguntas que él se formulaba en el seminario, le dije, que lo mismo sentía yo, y que esperábamos que él nos diera algunas respuestas o por lo menos alguna aproximación, y creo que en estos diez años algo así ha sucedido.

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