La cantidad de enfermos mentales que deambulan por nuestras calles aumenta cada día. La realidad que presentan conmueve el alma. Sus rostros reflejan el abandono en que ven pasar sus días.

La pandemia del COVID 19 ha puesto al descubierto otros casos. En ellos los rigores de la pobreza se ponen de manifiesto de forma dramática, porque sus familiares más cercanos no cuentan con los recursos para ir a un especialista, y menos para comprar los medicamentos. Esto aumenta su pesar.

Desde CAMINO se levanten otras voces y así despertamos la conciencia dormida de los indiferentes frente al dolor de los demás.

Hacemos un llamado urgente al Ministerio de Salud Pública para que dentro de sus prioridades, la salud mental de la población ocupe uno de los primeros lugares.

Los enfermos mentales merecen vivir con la dignidad con la que Dios los creó.

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