No importó que fuera lunes, día laborable. No importó que los fuertes rayos del sol hicieran cambiar el color de la piel, para que una enorme multitud llenara el Estadio Olimpico Félix Sánchez, de Santo Domingo, y mostrar su amor a la Virgen de La Altagracia. Es que cada hijo de esta Patria amada la lleva en su corazón. Incluso, muchos que no van con regularidad a los templos, cuando es la Virgen la que llama dicen presente.

Las escenas hermosas y llenas de fervor vividas en la clausura de este Centenario serán inolvidables. El traslado de la Virgen desde Higüey a Santo Domingo, el recibi-

miento en el Monumento a Fray Antón de Montesinos, el trayecto recorrido hasta la Catedral Primada de América, el acto en la Puerta del Conde, y su entrada triunfal al Estadio, nos marcarán para siempre.

Ver a miles de fieles recibiendo a la Virgen con el anhelo de un hijo espera a su madre amada, sabiendo que en ella encontrará ternura y consuelo, nos hace prever un futuro esperanzador para nuestra nación.

Ahora, dominicanos y dominicanas, debemos reflejar en nuestras vidas los deseos de María de la Altagracia cuando nos dice: “Hagan lo que Él les diga”. ¿Y Jesús, qué nos dice? Que amemos a los demás, que protejamos a los huérfanos y a las viudas, que seamos misericordiosos, mensajeros de paz, no apegarnos a las riquezas…

Cien años después de la Coronación Canónica de la Virgen de La Altagracia, como Reina y Soberana, ocurrida el 15 de agosto de 1922, nuestro pueblo volvió a demostrarle, el pasado 15 de agosto de este 2022. su amor y cariño por regalarnos a su Hijo, Salvador de la Humanidad.

Que la celebración de este Año Jubilar Altagraciano no nos deje indiferentes frente a los grandes retos que tine nuestro país. 

De ahora en adelante tiene que haber un antes y un después, caracterizando el presente con acciones nobles, siendo solidarios con el que sure y construyendo un mejor porvenir para todos.

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