Una de las características esenciales de la fotografía es su selectividad.

Cuando encuadramos una porción de un paisaje o escena estamos delimitando nuestro tema.

Siendo así, y considerando que el tema y la composición del mismo existen en la percepción del fotógrafo, quien se deja “seducir” por el entorno, o quizás obedece a una línea temática preestablecida, existen escenarios que pueden, a pesar de las distancias, brindar cierta analogía con otras latitudes geográficas.

A la luz de la mañana, allí en Las Salinas de Baní, este paisaje de alto contraste conformado por la espuma que se crea en el saladar y el mar que, aunque poco profundo, pero con apariencia oscura, hace pensar en los entornos polares, los mares del sur, sus nevados y mar de movimiento lento. Al mismo tiempo, estos Calidris minuta (playero menudo o menor) refuerzan, como aves de agua, el concepto.

Selectiva al fin, la fotografía es como la vida, cada quien muestra o acentúa, en su parecer u opinión, la parte de la realidad que le interesa; la sobre dimensiona o la esconde dependiendo de cuanto le beneficia o le afecta. A veces, también, la manipula y la hace aparentar lo que no es.