Pecado: atajo hacia la muerte

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     Manuel Maza, S.J.  

mmaza@blenjesuit.org

   En la primera lectura de este primer domingo de cuaresma en el ciclo A (Génesis 2, 7- 9 y 3, 1 – 7) encontramos una narración para comprender la ruta hacia el pecado y su fuerza de muerte.

    Todo hombre (Adán) y toda mujer (Eva) están llamados a vivir haciendo el bien y rechazando el mal. Pero antes de que el hombre y la mujer decidan nada, son incitados a disponer del bien y del mal a su antojo.

   En esta vida, hacemos el bien y rechazamos el mal, bajo la presión de esta mentira: “qué feliz serías si el bien fuera lo que a ti te convenga y el mal, lo que te cause pena”. Esa manera de vivir, en la cual yo meto mi mano sobre el bien y el mal, es “apetitosa, atrayente, deseable”. El mal me asedia desde afuera, pero en mí, también encuentra un cómplice para abrirle la puerta.

   Nuestro verdadero camino hacia la plenitud es caminar la ruta ardua de ser humanos  haciendo el bien y rechazando el mal, sin atajos de muerte. Pero siempre estamos tentados de alargar la mano sobre el bien y sobre el mal, para disponer de ellos como quien estira la mano, para arrancar y comerse un mango. En lugar de aceptar que nos toca ser humanos, queremos vivir como “diosecitos”. ¡Cuánta muerte y llanto en nuestra sociedad por los diosecitos que no tienen que cumplir la ley, porque ellos determinan el bien y el mal antojadizamente!

   Cuaresma, camino hacia la pascua de Jesús; oportunidad para retomar nuestra ruta humana sin aspiraciones mentirosas de “ser como dioses”. Jesús encontró a Dios en su humanidad, sin magias, ni manipulaciones, sin necesidad de ser un poder rival de Dios.

Caminando la cuaresma junto a Jesús, reencontraremos nuestra verdadera humanidad.

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