Nuestro país tiene una paz social envidiable, destacándose cuando se compara con la mayoría de las naciones latinoamericanas. Esta paz se alimenta con la razonable armonía existente entre trabajadores y empleadores. A esto ha contribuido nuestra legislación laboral que data del año 1992, pero que ya debe ser modificada en aspectos esenciales (respetando importantes conquistas como el auxilio de cesantía) para así cumplir uno de sus principales objetivos, siempre enmarcados en la dignidad de la persona: asegurar la estabilidad en el trabajo y la creación de fuentes de empleo.

Desde 1992 hasta la fecha el mundo laboral se ha transformado bastante, gracias al desarrollo de la tecnología y a la globalización. Si no nos adaptamos, quedaremos rezagados. Por ejemplo, desde nuestro territorio llamamos de madrugada a una compañía de teléfonos, nos contesta alguien desde el extranjero y esa persona nos transfiere la llamada a un tercer país. Otra modalidad es la del outsourcing, que es cuando una empresa contrata para realizar una función que no es propia del negocio de la contratante.

Hay aspectos, no conflictivos, que deben ser revisados, como el de la presencia de vocales en las audiencias laborales, sin los cuales el tribunal no está debidamente constituido. Estos vocales, aun con sus buenas intenciones, no cumplen su misión que es la de tratar de que las partes se pongan de acuerdo, representan un gasto para el Estado y su ausencia retrasa los procesos.

También está el tema de la jornada laboral, cuyo cambio no representa un perjuicio para los trabajadores, al contrario, si es bien legislado; por igual, es necesario tener más flexibilidad para que la ejecución de las sentencias laborales puedan ser suspendidas, ya que esto puede quebrar una empresa o pequeño negocio, con sus negativas consecuencias.

Por ello valoro la intención del ministro de Trabajo Luis Miguel De Camps de promover, mediante consenso, la modificación del Código de Trabajo, buscando  mejorar las condiciones de vida de nuestros trabajadores y aumentar la productividad de las empresas; además, la creación del Instituto de Bienestar de los Trabajadores, así como el fortalecimiento del Ministerio de Trabajo para aumentar sus capacidades de mediación y así reducir la judicialización de los casos.

De igual manera se pretende fomentar un fondo para la protección de las personas desempleadas, regular de manera más efectiva a las personas que laboran bajo la modalidad de teletrabajo y en plataformas digitales, mejoras en las licencias de maternidad y paternidad, modificaciones en el trabajo doméstico, vacaciones y establecer normas para los deportistas profesionales.

Esta iniciativa merece ser apoyada, para que nuestra paz social continúe consolidándose con un buen ambiente laboral, construyendo entre trabajadores y empleadores una patria mejor. 

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