Por: José Jordi Veras Rodríguez

Hace poco, salía a relucir una encuesta realizada por el Defensor del Pueblo, en el que se valoraba una serie de renglones entre ellos, que el conocimiento de los derechos humanos por parte de los encuestados, llegaba hasta un 60 por ciento. Asimismo, valoraba una serie de instituciones del Estado Dominicano y entre ellas, estaban: Iglesias; Policía; Justicia; Fuerzas Armadas; Partidos políticos; Los Medios de Comunicación; entre otros. Y resulta que, la mejor valorada eran: Iglesia y Medios. 

También tocaba, en dicho instrumento sobre derechos humanos, cuáles eran los sectores o población más violentados y se determinó que resultaban ser: las mujeres, las personas del grupo LGBTI+, y los migrantes 

 Pero cuando vamos a cuáles eran las instituciones menos valoradas acordé a esta encuesta ya mencionada y resulta que las que mayor porcentaje negativo tuvieron, fueron: Partidos Políticos, Policía y Empresas.  En esta oportunidad nos vamos a enfocar en el segundo, que fue la institución policial. 

 Con relación a esta institución del orden, creemos que no se ha logrado en estos dos años mayor confianza en la misma a pesar de todo el tema que se ha tocado de su transformación y de los “planes” que se han llevado a cabo. Y esto es, porque eso que se ha diagramado como forma de frenar la delincuencia sigue siendo el mismo método y tampoco ha redundado en confianza hacia la misma. 

Hace poco la antropóloga, Tahira Vargas, en un artículo que realizó, titulado: “¿La policía mata o protege?”.  Y en el mismo hace un análisis sobre el tema de los intercambios de disparos y como dicho método es lo que se ha estado viendo en los últimos tiempos. Es buscando que por el llamado a delincuentes de que serán “enfrentados” en el mismo terreno, en hechos, lo que se ha visto es la caída de supuestos violadores a la ley, en estos famosos “encuentros” con la policía. 

Entre algunas consideraciones de la especialista, ésta indica: El ejercicio de poder violento en los barrios convierte al policía en un ejemplo a seguir. Tener armas, contar con legitimación social y poder para eliminar físicamente cualquier persona considerada como “supuesto delincuente” (siempre serán supuestos porque se los mata y no se les investiga) sin consecuencias, provoca el deseo de adquirir armas para adquirir “respeto” y “poder”.

“Estas representaciones sociales que provoca la Policía Nacional con su accionar resultan altamente preocupantes, sus actuaciones criminales no tienen consecuencias judiciales, solo se necesita ser policía para obtener permiso de matar”.

Cuando vemos lo que de forma silenciosa se permite, que los agentes policiales tengan permiso para tomar en sus manos la justicia, es porque estamos admitiendo la poca confianza en el sistema de justicia y en la incapacidad de tener un plan que sea viable para enfrentar el fenómeno de la delincuencia. 

Asimismo, también se puede comprender, por qué razón, cómo ha sido desde hace años, la institución,  que se supone es para garantizar el orden, es la que menos confianza genera en ese sentido y en que el ciudadano pueda sentirse seguro ante su búsqueda como solución. 

¿Cuándo podremos como sociedad,  ver que la Policía cambie la percepción y hasta la creencia que tiene una gran parte de la población, sobre sí misma? Es un reto que aún tenemos que asumir como Estado, recordando, que esa institución, no es la única que ha caído en el descrédito y que también salió mal parada en este estudio de referencia, como el caso de los partidos políticos, pero esto es objeto de otro artículo.   

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