El último domingo de mayo tiene un significado muy grande para
los que nacimos en esta hermosa tierra quisqueyana. La celebración del
Día de las Madres da el toque especial que va cargado de ternura,
recuerdo, nostalgia, lágrimas, alegrías y esperanza.


El Himno a las Madres, composición de doña Trina de Moya, y
música del sacerdote Manuel de Jesús González, nos lleva a la esencia
de esta celebración, porque,“Quién como una madre / con su dulce
encanto / nos disipa el miedo / nos calma el dolor / con solo brindarnos
su regazo santo / con solo cantarnos baladas de amor”…


Ella es la expresión más perfecta del amor de Dios. Por eso debemos
cuidarla, mimarla y quererla siempre. No esperar a que se nos marche
para saber que su ausencia cambiará nuestro peregrinar para toda la
vida.

Nos estamos refiriendo a los verdaderos hijos/as, a los que saben
valorar a su madre, a los que nunca la abandonarían, como pasa
muchas veces, en el ocaso de su vida. Debemos tener cuidado para no
caer en la cultura del descarte de la que nos habla el Papa Francisco.


Estamos viendo actitudes en nuestro país de hijos que pudiendo
atender a sus madres cuando están en los días de ancianidad, prefieren
llevarlas a un asilo, privándolas del amor de sus hijos.


Que en este Día de la Madres, pidamos al Señor de la vida que libre
a nuestro pueblo de tanta violencia intrafamiliar y social. Que terminen
los feminicidios, que es la ofensa más grande al plan divino.


Felicidades Mamá, en tu día, y siempre.

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