Como se ha dicho anteriormente los ángeles son los seres más perfectos entre las criaturas. La tarea y delicadeza de los ángeles hacía con nosotros es ser mensajeros de Dios para el bien, es protegernos del mal, es inspirarnos y conducirnos hacia a él. Por lo tanto, la Iglesia está segura de todo ello, de que ellos rodean a Dios y son sus manos, las manos de la Providencia de Dios. Y de ahí la Iglesia lo pronuncia en el Catecismo, como también testimonia a través de la Sagrada Escritura.

El Catecismo dice: ¨La adoración es aquella forma de oración en la que el hombre reconoce más directamente que Dios es Dios. Él lo glorifica por sí mismo, le da gloria, no por lo que hace, sino porque ÉL ES¨ (CCE 2639). En otras palabras, la adoración es la forma de oración más desinteresada. No alabo al Señor por lo que ha hecho por mí, sino porque él es. Lo adoro en su divinidad, sabiduría, poder, majestad y gloria. Adoro en su misericordia la bondad, la dulzura y la disponibilidad, la cercanía y el cuidado, especialmente cuando no lo siento mucho. Mi enfoque está en él, no en mí. Entonces el Señor se siente invitado a mi vida y comienza a actuar.

También lo podemos analizar en las Escrituras, tanto del Antiguo como en el Nuevo Testamento. Y más precisamente en el testimonio de los ángeles, quienes adoran constantemente a Dios. El profeta Daniel en una de sus visiones vio a Dios como el Eterno que, vestido con túnica blanca, se sentaba en el trono ¨Miles de millares le servían, miriadas de miriadas estaban en pie delante de él¨ (Dn 7,10).

El profeta Isaías habla de una visión similar: ¨vi al Señor sentado en un trono excelso y elevado, y sus hadas llenaban el templo. Unos serafines se resultarán erguidos por encima de él; […] Y se gritaban el uno al otro: Santo, santo, santo, Yahveh Sebaot: llena está toda la tierra de su gloria¨ (Is 6, 1-4; cf Ap 4, 6,8; 5 11-12). El profeta Miqueas, como atestigua el primer Libro de los Reyes, dice: ¨He visto a Yahveh sentado en un trono y todo el ejército de los cielos estaba a su lado, a derecha e izquierda¨ (I Reyes 22,19).

Este testimonio nos motiva a apreciar el rol de los ángeles en el camino de salvación e invita a seguir a los ángeles glorificando y alabando a nuestro Dios Padre en Jesucristo y en el Espíritu Santo.

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