La frivolidad … ¡que pena!

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Es una ola creciente 

el afán por ostentar

y, ante el mundo, presentar 

un status floreciente 

de un cerebro deficiente 

destilando vanidad

sin espiritualidad

exhibiendo las torpezas 

que colman nuestras cabezas

de inútil frivolidad.

Presumimos en la infancia 

ante nuestros amiguitos 

mostrándoles los jueguitos 

con un chinchín de arrogancia,

y al no prestar importancia

a esta “trivialidad”

desde la más tierna edad

cuando se llega a ser hombre

después que nadie se asombre

¡de tanta frivolidad!

Compramos una cartera,

un reloj o unos zapatos …

nunca en lugares baratos

(en donde compra cualquiera)

si no en tiendas de primera

de la “alta sociedad”

con marcas de calidad

de las que rompen los ojos

costosísimos antojos

que irradian frivolidad.

Este mal tan corrosivo

del alma del ser humano 

ya se nos fue de la mano

y es un cáncer colectivo

cuyo efecto repulsivo

se palpa en la realidad:

en la insensibilidad

que hiere al alma genuina

de una mente que alucina

ciega de frivolidad.-

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