P. Renold ANTOINE, C.Ss.R 

“¡No hay nada nuevo bajo el sol!”, dice Qohelet en una de sus máximas. (Qo 1, 9). Esta frase muy conocida por muchos, tiene mucho significado para los haitianos que vivieron la experiencia del terremoto del 12 de enero de 2010. Pues, 13 años tras esta tragedia, nada cambió para el bien del país. Los estragos del desastre iniciado este fatal día, siguen propagándose en círculos concéntricos. Desde aquel día, un nuevo sector se ha visto afectado, una nueva zona ha sido golpeada, una parte del país se hunde. Los desastres que experimentamos son a la vez naturales y provocados por el hombre. Todavía no nos hemos levantado para dejar este vía crucis iniciado en el 2010.  

Los años pasan, los días se multiplican y un país de rodillas. Pocos son los que buscan soluciones a la aguda crisis que atravesamos. La nueva normalidad es aceptar la impotencia nacional, y las crisis sin salida.  

El político, empresario, religioso y todos los ciudadanos, se suman cada día a la larga lista de víctimas de la inseguridad y corre el riesgo de que la justicia nunca resuelva su asesinato ni juzgue a  los culpables de los hechos de violencia.

Nos asaltan las malas noticias, y hay pocas razones para alegrarse. El ciclo no se detiene. Tampoco el circo que la acompaña.  

Sin embargo, en medio de esta oscura situación, se reconstruyeron algunos edificios, entre ellos la parroquia San Gerardo, que completa ya un año de consagración. 

No dejamos de dar gracias a Dios por esta inmensa obra que ha permitido su reconstrucción con el apoyo de muchos benefactores internacionales. Hasta el momento el templo está sin terminar. Con las contribuciones de los fieles no se terminar. e requiere aún la contribución de todos. De ahí la necesidad de orar por un mañana mejor para que el país encuentre el camino de la paz y de la estabilidad, para que haya progreso y justicia social.  

Ojalá que el paso de los años no permita que los haitianos se despojen al significado del 12 de enero. Que no solamente sirva como una fecha para el recuerdo y marcar el duelo. Que sea también una fecha palanca para simbolizar la reconstrucción del país.

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