Mons. Freddy Bretón. Arzobispo Metropolitano de Santiago

Ya ustedes saben que a los pocos meses de haber llegado a Santiago, inicié junto al amigo Apolinar Ramos el programa televisivo Comunicación y Vida, el cual ha sido para mí una verdadera sorpresa. Nunca esperé que llegara a gozar de tanta aceptación en el ámbito nacional, e incluso más allá. Supongo que tan pronto cese la pandemia, Dios mediante, pondremos nuevamente manos a la obra para alegría de muchas personas que nos siguen con asombrosa fidelidad. En muchas ocasiones llegué a alguna comunidad lejana o cercana y se aproximaron a decirme: hace tiempo que lo conocemos. Se referían al Despertar de cristiano o a Comunicación y Vida.

Comentario aparte merece lo que me ha sucedido con la página tres del semanario católico Camino. Desde que llegué a Santiago he publicado semanalmente alguna cosa en él, pero debido a la escasez de tiempo para escribir cosas nuevas decidí poner en mi columna cosas ya publicadas como libros. Fue así como llegamos a Cuerdos y recuerdos, que son las memorias que publiqué en el año 2013 y que he ido dando a conocer por entregas semanales en el referido periódico. Lo que no podía prever yo era la resonancia que dicha publicación suscitaría. Gente de variadísima condición social se ha hecho eco de los contenidos presentados en la mencionada página tres de Camino. Desde académicos hasta gente sencilla de nuestras comunidades. Jamás sospeché que una historia de vida podría resultar tan atractiva para un público tan variado. Han sido tantos los que se han acercado a mí para referirme cosas contenidas en esos escritos, que me vi precisado a ‘inventar’ una pequeña sección fija, insertada en la misma columna, para dar cuenta de estos lectores entusiastas. Llamé a esta sección Galería de lectores. En ella vamos colocando la foto y el nombre de algunos de los referidos lectores. Ha sido hasta gracioso para mí el hecho de que la gente me aborde, en muy variadas circunstancias, casi para ponerme a prueba sobre los detalles aprendidos en mi columna. Tal es el caso del amigo Guaba, en Moca. Apenas me saludó, me soltó el desafío a manera de adivinanza: “Le costó seis pesos…”. Gracias a Dios que yo pude acertar de inmediato completando la frase: “El primer diccionario Larousse que compré”. Y él siguió por ahí narrando la visita que hizo mi padre a casa del curandero Fonso Lantigua y lo demás. Le dije que él se sabía todo eso mejor que el autor. Y como él ha habido muchos.

Sería incapaz de contabilizar las visitas y encuentros realizados por mí en estos años de mi estadía en Santiago. En la Provincia Espaillat he estado quizá más que en otra parte, y lo he hecho adrede, porque también son Arquidiócesis de Santiago, y deben notarlo. ¿Quién podría contar, por ejemplo, los jóvenes con los que me he encontado en tan diversos puntos? Y luego, padres y madres de familia, alumnos y profesores, seminaristas, catequistas… Hasta los privados de libertad visité reiteradamente, en Santiago y en Moca, cuando no lo han impedido las restricciones de la pandemia. Ni siquiera han quedado fuera las Monjas de Clausura, que oran tan intensamente por el bien de la Iglesia y de todos. Verdaderamente he sido bendecido con el encuentro de tantas personas de nuestra Arquidiócesis. En las lomas o en los barrios populares y urbanizaciones… Autoridades y ciudadanos de diferentes lugares. Doy infinitas gracias a Dios que me ha dado la dicha de servirles.

Por supuesto, están las limitaciones humanas y, entre ellas, los achaques de salud. Ya lo decía yo en la homilía de la toma de posesión el 18 de abril del 2015: “A Santiago no viene hoy el joven obispo que llegó lleno de bríos a Baní”. Y así ha sido. Pero la tarea continúa por algún tiempo todavía. Sigamos orando recíprocamente, para que el Señor que nos envía nos dé la fuerza y la sabiduría para amar siempre a la Iglesia y cumplir la voluntad de Dios hasta el final. Que San José, custodio del Salvador, custodie nuestra misión.

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