Por: Isabel Valerio Lora, MSc. 

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La disciplina es el mejor amigo del hombre, porque ella le lleva a realizar los anhelos más profundos de su corazón. Santa Madre Teresa de Calcuta.

La evitación experiencial es la tendencia del individuo a tratar de controlar, evitar o modificar sus eventos privados sean éstos pensamientos, sentimientos o recuerdos, al no estar dispuesto a permanecer en contacto con experiencias percibidas por él como aversivas; a pesar de que a la larga tal pauta de comportamiento llega a ser aún más perjudicial para esa persona que los propios eventos privados indeseables. Hayes et al, 1996)

Cuando una persona se encuentra  atrapada en un  patrón recurrente de evitación, se introduce  en un círculo vicioso en el que ante la presencia de cualquier función verbal aversiva, siente  la necesidad de aplacarla para ello  hará lo que considere correcto desde su perspectiva.

En las adicciones siempre hay factores de riesgo y factores protectores, que hacen que el paciente consuma o que se mantenga sin consumir. Es de ahí que se considera que la evitación experiencial juega un papel fundamental, tanto en el desarrollo de las adicciones como en su mantenimiento, llegando a producir el patrón destructivo que caracteriza a las personas ancladas en el consumo desajustado de sustancias (Luciano, Páez y Valdivia, 2010).

La evitación experiencial no generar insatisfacción a la persona cuando es un acto elegido en un determinado momento; pero cuando es la estrategia principal de funcionamiento en una adicción se observa que para eliminar el malestar, la persona consume(al consumir se alivia), pero al rato vuelve el malestar y la persona vuelve a hacer algo para eliminarlo ( consumir de nuevo).

La evitación experiencial sólo será patológica cuando acabe limitando lo que la persona quiere hacer con su vida, y no lo será si no produce un desajuste entre lo que uno hace y lo que aspira a lograr de acuerdo a sus valores (Luciano, 2001).

Desde la psicología, se propone que la persona no tiene que evitar o escapar de lo que siente o piensa, sino que puede elegir responsablemente qué hacer en cada circunstancia según lo que

valore verdaderamente como relevante para ella, con una guía adecuada pues la conducta de evitación perpetúan el malestar.

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