Manuel Maza, S.J.

mmaza@belenjesuit.org

   En el evangelio de hoy, Macos 2,33 al 3,6, oímos a Jesús afirmar: “el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del Hombre es señor también del sábado”. Al hablar del sábado, Jesús está aludiendo a la religión. Intentando expresar la afirmación de Jesús con mis palabras, quedaría así: toda religión debe de traer vida y plenitud a las mujeres y los hombres.

   Los que ejercemos cualquier función de liderazgo en asuntos religiosos necesitamos preguntarnos: la religión que proponemos ¿ayuda a las personas a vivir una vida más plena? 

   Para una vida dominicana más plena necesitamos alcanzar varios logros, menciono solo tres: primero, fortalecer la familia, la fidelidad en las parejas, el diálogo franco y respetuoso entre marido y mujer y sobre todo, reconocer más seriamente la dignidad de la mujer. La gente que se preocupa por el agua, siembra árboles. Si queremos una nación, tenemos que sembrar familias. La solidez de una familia empieza por la interacción leal entre el hombre y la mujer. Fortalezcamos y formemos para un diálogo de calidad entre los esposos.

   Segundo, los que practicamos cualquier religión, ayudaríamos a mejorar la vida dominicana si exigimos junto con otros, que funcionarios públicos y empresarios privados desempeñen un ejercicio transparente y rindan cuentas de su gestión. La corrupción rampante pública y privada, nos impide progresar. Nuestra religión no puede encogerse de hombros ante una justicia enervantemente lenta, astutamente parcial y mañosamente incompetente.

   Y tercero, los que levantamos nuestras manos en actitud religiosa, necesitamos bajarlas, para dárselas a los que quieren ahorrar, poseer un pedacito de tierra y una casa propia. Exijamos que los pobres puedan tener títulos de sus ranchos y parcelas.

   Que nuestra religión traiga vida en abundancia y seremos seguidores de Jesús.