XXXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
El amor de Dios por nosotros
No hay nada que lo compara
Él sale a nuestro encuentro
Como un rayo que se dispara.
Hagamos todos como Zaqueo
Que acude al árbol para ver
Por serle la multitud un bloqueo
De ver aquel que lo va a absorber.
La salvación divina alcanza
A todas las razas sin distinción
Por eso Jesús nos da esperanza
De que alcancemos la salvación.
Para que Cristo sea glorificado
En nosotros y nosotros en Él
Dejando la vida de pecado
Ha de ser nuestro mayor deber.