¡Cuánto ha cambiado la disciplina!

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“La verdadera disciplina no se impone. Solo puede venir del interior de nosotros mismos.” Dalai Lama.

 

Hace unos años, los padres, con sólo mirar a sus hijos, hacían correcciones y cualquier mandato que dieran, era obedecido. Hoy, las cosas han cambiado, los roles en ocasiones parecen invertirse, es así como vemos a hijos que no escuchan, interrumpen mientras los padres hablan. Les irrespetan y  manipulan para obtener lo que quieren. Esos padres agobiados y sin saber qué hacer, indirectamente ceden su autoridad a los hijos.

Cuando los padres invierten su papel, quedan ante los hijos como los seres debe proveerles todo, quienes no les va a censurar si se portan mal, quienes siempre deben estar a su  servicio y deben complacerles en todo, pues de lo contrario, le catalogan como malos padres, que exigen mucho, que no se han modernizado o ¡¡¡que los van a traumatizar!!!.

Disciplinar hoy día puede ser una contradicción, por un lado los padres desean fomentar una educación en valores  basada en los principios que durante mucho tiempo han formado jóvenes honrados, bien educados y trabajadores, que escuchan, respetan y toman en cuenta los consejos de sus mayores, sin importar que no sean sus padres. Por el otro lado, están las exigencias  modernas de los hijos, basadas en tolerar más, exigir menos, ponerse a su  mis­mo nivel, corregir de forma sutil para no lastimarle su  auto­estima y otras tantas permisiones, que lo único que está formando son hijos de papi y mami que se creen merecedores de todo. No escuchan, no respetan, son fríos y calculadores, parece no importarles nada y mucho menos nadie, viven en el mundo de lo inmediato y en el que todo debe estar resuelto.

A continuación, algunos aspectos disciplinarios plasmados en el libro Generation Me (Generación Yo) que son de mucha utilidad.

Si facilita todo a su hijo y le hace evadir su responsabilidad, ese hijo no estará preparado para tolerar críticas ni fracasos.

Discipline con autoridad y siempre demuestre cariño. Felicite solo cuando lo merece.

Permita que su hijo le tome confianza, pero sin perder el sentido de respeto.

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