Tomado del libro Poesías Completas

Á rbol de la ribera que te aferras a las piedras y vives quizá dormido.

Envidia me dan tus hojas

de verde sonriendo al viento y tus raíces profundas absorbiendo los cristales fluyentes que canta el río.

Sabes de canto temprano:

Trino de aves paso de hombres

de la lluvia y el rocío.

De piedra rugosa o lisa como labios, como alientos. Tú sabes de muchas cosas. guardián de los ríos míos.

El crepúsculo te llega

en alas de aves dormidas fatigadas, peregrinas.

Cada atardecer retoñas de garzas y resplandores y una estrella lejanísima te ve florecer en nidos.

Árbol de la ribera,

las puntas de tus raíces hacen cosquillas al río que quisiera detenerse a juguetear contigo

o recostarse a tu sombra huyendo de los estíos.

Entrégale tus aromas

tus hojas y tus quebrantos pero si viene en crecida, cuida te encuentre firme no te espante su voz ronca.

Cuida no te halle dormido árbol que llevo aquí dentro, tan parecido a mí mismo.

Alza el vuelo

Postiza llevas la risa postizos son los quejidos

las pestañas, la mirada las poses provocativas el andar

y tus entrañas.

¿Quién te dijo que eras libre si vives encadenada?

Cadena es aquella cama que cruje en la hipocresía.

¿Quién habló de amor comprado?

¿Se compra tal vez la vida?

Te han herido las alas, mariposa. Te han atado.

“No hay trabajo para todos…” Cierto.

Ni buena moral tampoco. Te hablaron de buena vida de un lecho lleno de rosas no marchitas,

perfumadas.

Y hoy yaces sobre una sábana amarillenta, estrujada.

Almidonada de instintos, como alma ajada.

¡Quién dará vuelo a tus alas!

Mariposa

te han atado.

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