Alegría, armonía interior, certeza de que esto tiene sentido y conciencia del orden correcto, a pesar de la difícil situación externa. Probablemente a cada uno de nosotros le gustaría vivir así, en paz.  La paz es un don de Dios, que a menudo es traída por los ángeles. Pero, ¿qué es exactamente la paz del corazón y cómo lograrla?

Jesús verdaderamente nos da la paz del corazón. Decimos durante la Eucaristía: ¨La paz les dejo mi paz les doy…¨. La paz del corazón que viene de Dios no es otra que su presencia en nosotros. Una presencia a la que nos abrimos y que aceptamos. Muy a menudo la presencia de santos y ángeles nos ayuda en esto. El Beato Markiewicz solía decir que los santos y los ángeles son como estrellas en el cielo. Son como una luz que disipa nuestra oscuridad interior y te permiten llegar a tu destino en la oscuridad con el ejemplo o la inspiración, son nuestra señal.

La paz del corazón es más que solo sentimientos, es una experiencia espiritual en la frontera de la fe, la esperanza y el amor. No tiene por qué ir acompañado de emociones positivas, como alegría o euforia. Este estado viene con el tiempo y requiere confianza en Dios, confiar que en una situación desfavorable no estoy solo, que él está conmigo y que no se ha olvidado de mí. Por lo tanto, cada uno de nosotros tiene su ángel de la guarda y sus santos patronos. Su trabajo es apoyarnos en el camino de la salvación, pero esto requerirá nuestra confianza, debemos pedir su apoyo porque somos libres y ellos lo respetan.

La paz del corazón es el efecto de la gracia. Hoy en día, muchas personas viven sin la gracia. El matrimonio sacramental, la confesión, la Sagrada Comunión, ¿son válidos hoy? Si es así, ¿qué hacer con la gracia? Tienes que aceptar la gracia y cooperar con ella; significa más que solo trabajar en tu interior. Un creyente es invitado a cooperar con la gracia y recibe todos los medios para hacerlo: la gracia de la razón, la fe, la esperanza, el amor y la autotrascendencia.

La gracia es un regalo, la necesitamos en el camino del crecimiento espiritual, para que, abriéndonos a la paz, poder decir no a ciertas cosas. También san Miguel dijo a Lucifer: no, cuando quiso desafiar a Dios. Y hoy, ¿a qué debamos oponernos y decir no? Por ejemplo, a la información y estímulos innecesarios que nos llegan desde el exterior, especialmente a través de las redes sociales. Escuchas todas las noticias, chateas. ¿Así mismo escuchas a Dios y a los ángeles? Eso no significa que debamos aislarnos de las personas.

Lo segundo es decir sí. Uno de los frutos de la paz del corazón es crear comunidad, llegar a otra persona. Esta es nuestra sinodalidad. Discípulos temerosos e inquietos recuperaron la paz del corazón tras la resurrección de Jesús y fortalecidos por su presencia, se atrevieron a abrir la puerta del Cenáculo. Nosotros también podemos abrir un área interior cerrada y oscura, un lugar al que nos hemos retirado, buscando una sensación de seguridad por nuestra cuenta. ¡Busquemos a Dios, busquemos al hermano!

Solo precisamos de pequeños cambios, pequeños pasos que conducen a la paz del corazón. Las prácticas de cuaresma, retiros, y vía crucis, te anima a hacer un pequeño cambio cada día. Esta práctica te permite alejarte del mundo lleno de preocupaciones, afanes y egocentrismo. Nos invita a mirar nuestra vida desde la perspectiva de Dios, según nuestra vocación. Entonces, en cuaresma, descubre la paz de tu corazón, acepta la gracia, lee las historias de los santos, escucha y pide el apoyo de tu ángel de la guarda y cambia tu vida. Paso a paso, día a día.

Padre Jan Jimmy Drabczak CSMA

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